En el interior de la Iglesia del Santísimo Cristo, en la parte baja del conjunto de la Catedral, se conservan restos del asentamiento romano que fundó la ciudad de Santander, entre ellos unas termas y fortificaciones. Otros restos localizados corresponden a calles, saneamientos y cimentaciones de edificaciones religiosas anteriores a la actual iglesia del Cristo.
En los años 80 Joaquín González Echegaray iniciaron los trabajos de restauración y recuperación de este entorno y fruto de esta intervención se hallaron los restos de las termas y evidencias de al menos cinco periodos de ocupación que se prolongaron desde el siglo I d. de C. al siglo XIII, momento en el que se levanta el actual edificio.
Los restos de estas instalaciones termales están formadas por un hipocausto con al menos nueve calles y un praefurnium de sillería. Se evidencia que este sistema de calefacción ideado por los romanos estaba destinado a una instalación termal porque incorpora un opus signinum hidrófugo.
Es especialmente relevante, también, la cámara del horno porque fue allí precisamente donde se guardaron las cabezas de los mártires Emeterio y Celedonio durante la Edad Media, y en torno a la que se construyeron las sucesivas iglesias.
El enclave de estos restos es una cuestión que no sólo evidencia la romanización de Cantabria, sino también la importancia histórica del Cerro de Somorrostro.