La historia de Santander se remonta al siglo I de nuestra era, fecha de la que datan los restos arqueológicos romanos encontrados en la ciudad. Sin embargo, son muchos los historiadores que retroceden hasta el año 26 a.C cuando, durante las Guerras Cántabras contra Roma, el emperador Augusto quiso dejar constancia de su voluntad de victoria sobre los cántabros en el Portus Victoriae (Puerto de la Victoria).
El primer rastro documental de Santander aparece en el privilegio concedido por Sancho II al monasterio de San Emeterio en 1068, de cuyo nombre latino, Sancti Emeterii, parece ser que procede el actual nombre de la ciudad.
La leyenda que se remonta al siglo III, cuenta que San Emeterio y San Celedonio, dos hermanos que servían a las legiones romanas, declararon su cristianismo y fueron prendidos por orden del emperador Diocleciano, tras su decapitación, sus cabezas fueron arrojadas al río Ebro en una balsa de piedra y tras recorrer todo el litoral peninsular llegaron a las costas de Santander. Según la misma leyenda, el impacto de la embarcación contra la Isla de la Horadada resquebrajó la roca y creó el arco que esta isla presenta, actualmente derribado por un golpe de mar en enero de 2005.
Más adelante, Santander se constituía como villa de abadengo y, en 1187, le fue concedido fuero por Alfonso VIII. Además, Santander formaba parte de las Cuatro villas de la Mar junto a San Vicente, Laredo y Castro Urdiales y de sus astilleros salieron los barcos que abastecían la flota del Reino de Castilla. Un triunfo destacado de la marina santanderina fue la toma de Sevilla en 1248, recibiendo a modo de recompensa un escudo de armas en el que se incluyen las imágenes de la Torre del Oro y el río Guadalquivir.
En el siglo XIII, la villa de Santander se articulaba ya en torno a dos núcleos: la Puebla Vieja, en la que sobresalían el castillo y la abadía-colegiata (zona actual de la Catedral y calle Alta), y la Puebla Nueva (zona de las calles Santa Clara y San Francisco), ambas unidas por un puente y entre ellas se situaría el edificio de las Atarazanas. Sin embargo, su expansión recibiría un fuerte revés: una epidemia de peste asoló a la ciudad en 1497. Durante años, Santander sufrió los efectos de la despoblación y la peste. En ese mismo año la Armada de Flandes con Margarita de Austria a bordo llegarían a Santander.
Afortunadamente, la apertura del camino de Reinosa en 1753 inicia un importante comercio de lanas y harinas castellanas sobre todo a partir de 1765, cuando el puerto de Santander es habilitado para comerciar con las colonias americanas. Paralelamente, la villa experimentará una transformación institucional: en 1754 es elegida sede de la diócesis santanderina y el 29 de junio 1755, el rey Fernando VI le otorga el título de ciudad. A partir de este momento, Santander fue adquiriendo una condición preponderante sobre el resto del espacio regional, convirtiéndose en capital del territorio en 1801 con la creación de la Provincia Marítima de Santander.
En 1791, el Papa Pío VI nombró a San Emeterio y San Celedonio como patronos de la Diócesis de Santander. Aunque esta devoción se extendió más allá de la ciudad, su historia se remonta a la Edad Media, cuando ya eran considerados patronos de la iglesia y la villa según las constituciones del abad D. Nuño Pérez en 1310. Durante las invasiones musulmanas, se trasladaron sus reliquias al monasterio en el Cerro de Somorrostro, atrayendo población alrededor.
En el siglo XVI, se redescubrieron las reliquias en la cripta de la Iglesia del Santo Cristo, estableciéndose la celebración de este evento el tercer día de Pascua de Resurrección. Originalmente, su festividad se celebraba el 3 de marzo, pero en 1669 se cambió al 30 de agosto. En 1676 se menciona la procesión solemne con las reliquias. En 1754, la colegiata se convirtió en Catedral y en 1755 Santander obtuvo la categoría de ciudad y capital de provincia. El Obispo Menéndez Luarca consagró una campana de la catedral en honor a los Santos Mártires en 1743. Esta campana se hacía sonar durante tormentas marítimas como símbolo de apoyo a los marineros. Este gesto se menciona en obras literarias del siglo XIX, como "Sotileza" de Pereda.
El siglo XIX es la época de la verdadera expansión urbana de Santander. Aunque a comienzos de siglo la ciudad sufrió la invasión napoleónica, epidemias y crisis coloniales, el progreso no cesó. El auge del comercio de harinas junto a la importación de productos coloniales, favoreció el establecimiento de la vía férrea entre Alar del Rey y Santander. El puerto de Santander tenía tanto tráfico que incluso se referían a él como el Liverpool de España. Tal fue la expansión de la ciudad que en el 1857 se crearía el Banco de Santander.
En el último tercio del siglo XIX, la ciudad comienza a configurarse como un destino turístico y de ocio, siendo Benito Pérez Galdós un visitante habitual del verano santanderino, quien finalmente construiría su casa en la capital cántabra bautizándola como San Quintín. Gran fama se ganarían los Baños de Ola, gracias a las propiedades terapéuticas de sus aguas, siendo anunciados por primera vez en el año 1846 en La Gaceta de Madrid.
Las fiestas de Santiago en Santander tienen su origen en la zona del Alto de Miranda, cuando un hombre llamado Santiago González, también conocido como 'Tío Santiago', estableció un negocio que incluía una posada, un bar, una pensión y un merendero, el cual se hizo muy popular en la zona. Sobre el año 1853, Santiago González comenzó a organizar festejos para celebrar su onomástico y atraer clientes, incluso financiando espectáculos como fuegos artificiales.
Debido al éxito y la creciente popularidad de las festividades organizadas por Santiago González, lo que comenzó como una fiesta casi privada, gradualmente se convirtió en la principal celebración de Santander. Así, las festividades en honor a Santiago pasaron a ser un evento destacado en el calendario de la ciudad, con la participación activa y el entusiasmo de la comunidad santanderina. Convirtiéndose con el paso de los años en el pistoletazo de salida a la Semana Grande en Santander.
En el verano de 1861, la reina Isabel II decidió pasar unos días en las playas de El Sardinero y, en agradecimiento, el Ayuntamiento le regaló la finca «Alfonsina» con el fin de que estableciera en Santander su residencia estival. Sin embargo, este proyecto no siguió adelante por cuestiones políticas, pero fue retomado con la figura de Alfonso XIII. Así, la ciudad regaló al monarca los terrenos de la Península de la Magdalena y el palacio con el mismo nombre, cuya obra finalizó en 1912 y al año siguiente comenzó a veranear en él la familia real hasta 1930. Su edificación impulsó la construcción de algunos de los edificios más emblemáticos como el Gran Casino inaugurado en 1916, el Hotel Real también inaugurado en ese mismo año o el Hipódromo de Bellavista en 1917.
Sin embargo, esta era de crecimiento se vio abruptamente interrumpida por la trágica explosión en los muelles del buque Cabo Machichaco en 1893. La detonación, que se cobró la vida de al menos 500 personas y dejó a miles más heridas, dejó una profunda huella en la ciudad. A pesar del devastador impacto, la comunidad santanderina demostró una notable resiliencia al unirse en los esfuerzos de rescate y reconstrucción. Aunque la tragedia dejó cicatrices duraderas, también resaltó el espíritu de unidad y solidaridad que caracteriza a Santander.
El Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, también conocido como MUPAC, tiene sus raíces en 1925, cuando el Doctor Carballo fundó esta institución con el propósito de preservar, investigar y divulgar el rico patrimonio arqueológico de nuestra región. A lo largo de los años, el museo se ha convertido en uno de los más destacados de España.
En 1932 se constituye la Universidad de Verano, la actual Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Durante los primeros veranos se organizaban numerosos cursos sobre los temas más importantes de la época, así como cursos sobre lengua y literatura españolas para extranjeros. La Universidad fue experimentando poco a poco un crecimiento exponencial que hizo que fuera necesario la creación de un campus, por ello, se construyeron diversos edificios en Las Llamas con aulas dedicadas a la docencia y una residencia para estudiantes extranjeros.
Más adelante, en 1941, los santanderinos tuvieron que enfrentarse a un incendio que asoló la capital cántabra dejándola prácticamente reducida a cenizas.
Fue uno de los mayores siniestros que ha sufrido Santander a lo largo de su historia. Comenzó el 15 de febrero y en menos de 48 horas arrasó el centro histórico de la ciudad. Gracias al trabajo y esfuerzo de todos los santanderinos, las llamas quedaron atrás y Santander se convirtió en lo que hoy en día es, la novia del mar.
En el año 1981, Santander inauguró el Museo Marítimo del Cantábrico, un hito que refleja la rica tradición marítima de la ciudad. Ubicado en un entorno privilegiado junto al mar, este museo se convirtió rápidamente en un referente tanto a nivel regional como nacional. Con una amplia colección que abarca desde la historia de la navegación hasta la fauna marina del Cantábrico. A lo largo de los años, ha contribuido significativamente a preservar y difundir el legado marítimo de Santander y de toda la región del Cantábrico.
Otra fecha destacada en la historia de Santander es la de 1983, un año trascendental en el que la ciudad adquiere un estatus especial al convertirse oficialmente en la capital de Cantabria. Este hito marcó un momento de gran importancia para la región, ya que coincide con la constitución de Cantabria como Comunidad Autónoma en ese mismo año.
El imponente Palacio de Festivales de Cantabria se erigió en 1990 con el objetivo de convertirse en el eje cultural de la ciudad. En la actualidad es la sede del Festival Internacional de Santander, el evento cultural anual más importante de la ciudad.
La llegada del año 2000 estaría marcada por eventos deportivos irrepetibles, como la celebración de la Semifinal de la Copa Davis de tenis en el 2000 y la celebración en 2002 de la Cutty Sark Tall Ships, de la cual Santander fue sede.
En 2004 la fundación del Parque Tecnológico y Científico de Cantabria supondría un efecto llamada para algunas de las empresas más grandes de la región, que con el paso de los años establecerían sus sedes en este lugar, creando con ello un ecosistema tecnológicamente puntero.
El Parque de las Llamas inaugurado en el año 2007, es un espacio verde emblemático situado en la ciudad de Santander, en la comunidad autónoma de Cantabria, España. Este parque se encuentra en una zona privilegiada, cerca del mar y al lado del estadio El Sardinero.
El Parque de las Llamas ofrece amplias áreas verdes para el esparcimiento y el ocio, así como senderos para caminar y andar en bicicleta. También cuenta con zonas de juegos infantiles, áreas de descanso, fuentes y lagunas artificiales.
La celebración del Mundial de Vela en Santander en 2014 marcó un hito importante no sólo en el ámbito deportivo, sino también en el desarrollo urbano y ambiental de la ciudad. Como resultado de este evento de prestigio internacional, la zona de Gamazo experimentó una transformación completa, alineándose con el objetivo de promover la regeneración urbana, la conservación del medio ambiente y el fomento de un estilo de vida saludable. Una de las principales iniciativas surgidas de esta transformación fue la creación de la emblemática Duna de Zaera, un símbolo de la innovación y el compromiso de Santander con la sostenibilidad ambiental.
Además de la construcción de la Duna de Zaera, la reforma de la zona de Gamazo incluyó la mejora de infraestructuras, la creación de espacios verdes y recreativos.
En los últimos tiempos, Santander y Cantabria han experimentado un proceso de modernización y crecimiento, aprovechando sus recursos y promoviendo la diversificación económica, especialmente en sectores como el turismo, la industria y la innovación tecnológica. A pesar de los desafíos, el ingenio de sus gentes ha permitido a Cantabria avanzar hacia un futuro más próspero y autónomo, con Santander como un centro clave de esta evolución.
Esta identidad de contrastes se completa con una ciudad que se ha empapado de las últimas tendencias culturales y artísticas y que encontrarás retratada en el moderno Centro Botín, un espacio cultural impulsado desde el ámbito privado inaugurado el 23 de junio de 2017, o el Anillo Cultural que recorre los principales puntos culturales de Santander.
El diseño del Centro Botín es obra del arquitecto italiano Renzo Piano, conocido por su trabajo en proyectos como el Centro Pompidou en París y el rascacielos The Shard en Londres.
En 2018, Santander dio un paso significativo al unirse al proyecto Destinos Turísticos Inteligentes, buscando modernizar su oferta turística.
Desde marzo de 2021, los amantes de la naturaleza y la arquitectura encontraron en la localidad santanderina el lugar ideal para deleitarse con uno de los jardines verticales más grandes de Europa, una joya que Santander ostenta con orgullo. Este impresionante jardín, que abarca casi 600 metros cuadrados, se encuentra ubicado en el Centro Cívico Tabacalera.
Este oasis verde en medio de la ciudad ofrece a los visitantes una experiencia única, donde la belleza natural se fusiona con la innovación arquitectónica. Las visitas son gratuitas y se realizan con un aforo reducido, lo que permite a los visitantes disfrutar plenamente de esta obra maestra verde sin aglomeraciones.
Además, en julio de 2021 se inauguró la colección ENAIRE de arte contemporáneo en las Naves de Gamazo, lo que supuso un paso más en la revitalización y la mejora de esta emblemática zona de Santander. Esta iniciativa no sólo añade un valor cultural significativo al entorno, sino que también representa una oportunidad para promover el arte contemporáneo y acercarlo a un público más amplio.
La inauguración de las Naves de Gamazo refleja el compromiso de la ciudad con el desarrollo cultural y el fomento de la creatividad. Estas naves, antiguos almacenes portuarios reconvertidos en espacios expositivos, ahora albergan una selección cuidadosamente cuidada de obras de arte contemporáneo, ofreciendo a los visitantes una experiencia única de inmersión en el mundo del arte moderno.
Proyectos como los mencionados confirman que la capital cántabra ha logrado reinventarse y transformarse en una ciudad de gran atractivo no solo turístico sino también comercial y administrativo, posicionándose como uno de los centros de cultura y ocio más importantes del Norte de España.