Baños de Ola

Desde 1847 en Santander

En Santander cada verano viajamos en el tiempo en los tradicionales Baños de Ola, una fiesta que rememora aquellos tiempos en los que muchos visitantes acudían a El Sardinero para disfrutar de sus aguas terapéuticas.

Programa

Retrocedemos al 9 de agosto de 1846, una fecha en la que la prensa madrileña se hacía eco de la concurrencia de forasteros en la ciudad para disfrutar de sus baños de mar y oleaje que, según indicaban los rotativos de la época, “producen efectos maravillosos” que eran, incluso, comparados con los de las famosas aguas de Biarritz.

En esos años comenzó el turismo en Santander y en torno a El Sardinero se empezaron a crear infraestructuras para dar cabida a visitantes y ofrecer una experiencia completa de la ciudad. Concretamente, en estas playas se cuidó la accesibilidad, comodidad y seguridad con la instalación de casas de baños de mar, caminos de acceso y, también, un carruaje exclusivamente destinado para el desplazamiento de los bañistas. Infraestructuras a las que se sumaron hospederías para alojar a los foráneos, trenes que comunicaban esta zona con la ciudad y comienza el planteamiento de urbanizar la zona de El Sardinero.

Baños de Ola

1852 es un año emblemático para la ciudad por la visita de S.M. el Rey Don Francisco de Asís y Borbón, esposo de la Reina Isabel II. Sus majestades se encargaron de inaugurar las obras del ferrocarril que conectaría Santander con Alar.

Unos años a los que sucedieron importantes hitos como, por ejemplo, en 1857, cuando César y Arturo Pombo obtuvieron el permiso municipal para construir en la Primera playa un establecimiento de baños de carácter permanente.

Y, sin duda, el impulso definitivo se produjo en 1861. Ese verano la Familia Real llegaba a Santander con el propósito de tomar Baños de Ola la Reina Isabel II. Tal expectación causó este hito que miles de visitantes se sumaban a esta práctica en cada temporada estival. Una tendencia que, sin duda, ayudaron a consolidar S.M. el Rey Amadeo de Saboya y su esposa que en 1872 colocaban el nombre de Santander en la primera línea de las poblaciones veraniegas y al que le sucedieron las visitas habituales de la Familia Real española y otras esporádicas como las de las casas reales de Nápoles o Mónaco, entre otras.

Agradecidos a la Familia Real, en 1908, el Ayuntamiento de Santander acuerda por unanimidad ofrecer al Soberano un Palacio de la ciudad para sus descansos estivales. Ese fue el primer hito para que viera la luz el que hoy conocemos como el Palacio de La Magdalena, uno de los edificios más representativos de esta época de bonanza.

Palacio de la Magdalena

El turismo en Santander creció de forma exponencial en consonancia con el desarrollo de la zona. Así, por ejemplo, la zona se enriqueció con magníficos edificios como el Gran Casino que se construyó en el año 1916 bajo proyecto del arquitecto cántabro Eloy Martínez del Valle, siguiendo los cánones estilísticos de la Belle Époque francesa.

Los alojamientos, por supuesto, también fueron prioritarios en estas primeras décadas construyéndose grandes hoteles como el Gran Hotel de El Sardinero con capacidad de 300 camas, el Hoyuela con 100 o el París con 200. Un desarrollo que se dignificó con la inauguración del Hotel Real el 12 de julio de 1917.

A las edificaciones e infraestructuras para el baño, le sucedieron otros espacios como los Jardines de Piquío, corazón de la celebración de la fiesta de Baños de Ola. Éstos fueron construidos en 1925 sobre un magnífico promontorio que domina El Sardinero y, para ofrecer una panorámica única, fueron ideados por Ramiro Saiz Martínez y se completaron con monumentos como la Bola del Mundo o la mesa zodiacal.

Piquío

De los carruajes para desplazarse por la zona a los trenes. En 1877 comienza a rodar “el trenuco” al que años después, en 1896, le sale un poderoso rival, el tranvía Pombo que acortaba la distancia por el túnel desde Tetuán hasta la plaza del pañuelo.

El Sardinero ha sido testigo de la historia de la evolución de Santander y las tendencias en nuestro país, entre otras, cómo se redujeron el tamaño de los trajes de baño en los años cuarenta y, en las sucesivas décadas, por ejemplo, los ´70, cómo estos baños pasaron de terapéuticos a baños de ocio y los bañistas foráneos a ser denominados turistas o veraneantes.

Los años ’20 fueron una época revolucionaria. El final de la Guerra marca una nueva moda que se traslada a la forma de vestir y, por supuesto, de los hábitos cotidianos y el charlestón causaba furor. Esos años en Santander, el auge cultural dejó como testigos importantes monumentos como el dedicado a Concha Espina, emblemáticos edificios como el de la Biblioteca Menéndez Pelayo y propuestas museo gráficas como el que hoy conocemos como MUPAC, dedicado a la Prehistoria.

Cultura que también se trasladó a los años ’30 que, pese a finalizar las estancias veraniegas de la Familia Real en nuestra ciudad, Santander se convirtió en todo un reclamo académico con la creación de la Universidad Internacional y la construcción del Paraninfo de La Magdalena. Instalaciones que, desde 1949, comenzaron a albergar los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Playa

Esta predilección por la actividad cultural, sin duda, era todo un reclamo y ha seguido creciendo durante años en Santander erigiéndose como uno de los primeros hitos la celebración del primer Festival Internacional de Santander. Fue en el verano de 1952, cuando Ataúlfo Argenta y José Manuel Riancho ponen la nota musical a la Plaza Porticada.

En 1994 fue cuando los Baños de Ola se institucionalizaron como festejo y, unos años después, el 26 de febrero de 2003 ya consiguió ser reconocida como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Los Baños de Ola han estado asociados al deporte desde que en 1905 el Rey Alfonso XIII participase en la competición de vela organizada por el Real Club de Regatas. A este hito le sucedieron los concursos de tiro, las corridas en el Coso de Cuatro Caminos o la inauguración del campo de polo en la Península de La Magdalena en 1915 y dos años después del Hipódromo de Bellavista.

Polo

Y, después, los deportes continuaron incorporándose a la fiesta cuando se instauró el torneo de golf en el campo Mataleñas en 1998 y, desde 2003, actividades como la Travesía a Nado, el Torneo de Balonmano, Black Ball Paddelboard RACE, la Regata de Baños de Ola, el Torneo de Polo, concurso de Surf y, por último, en 2006, los partidos de Palas y las carreras por equipos.

Esta querida celebración, ha evolucionado y crecido con los años convirtiéndose en todo un reclamo para locales y visitantes en el que tienen cabida actividades para todos los públicos. Así, por ejemplo, destacan los talleres infantiles, el mercado de época, representaciones y diferentes actividades culturales que se desarrollan habitualmente en los Jardines de Piquío y en el entorno de El Sardinero.

Fiesta