La playa de El Sardinero debe su nombre a que es buen lugar para la pesca de la sardina.
Este arenal, que se extiende desde la península de La Magdalena hasta el cabo Menor, atrajo la atención de algunos emprendedores visionarios, que en el siglo XIX acertaron a convertir este lugar, tan alejado de la ciudad, en el hot spot del veraneo de la alta sociedad española.
La restauración de la zona tiende a una cocina internacional de elevada calidad, con toques de gastronomía cántabra, y en muchos casos con vistas al mar.
Te recomendamos fijarte en los restaurantes de los hoteles, en los establecimientos más informales de la calle Joaquín Costa, y en los fantásticos comedores al borde del mar que flanquean la playa.