El inicio de la devoción a la Virgen del Mar no se conoce con exactitud. Las primeras evidencias se remiten al origen de su imagen que ya existía en 1315.
Después, la devoción a la Virgen tomó forma en la Ermita bautizada con su mismo nombre. Gonzalo Fernández de Pámanes fue el encargado de inaugurarla en 1400 y, desde entonces, se ha convertido en lugar de referencia para todos los santanderinos. Hay evidencias de que podría existir otra ermita anterior, puesto que la imagen de la Virgen del Mar existe desde 1315.
Este espacio congrega cada año a centenares de fieles y devotos en una cita de amor y convivencia. En este marco festivo se realizan los habituales ritos religiosos y, también, una gran romería en la que la música y la buena comida son protagonistas.
La Ermita de la Virgen del Mar que hoy conocemos dista mucho de su origen primitivo, ya que por su ubicación ha estado expuesta a numerosos temporales. No obstante, a lo largo de su historia, en Santander se ha cuidado con esmero este lugar procediendo a diversas reconstrucciones y, también, a un exhaustivo mantenimiento.
El templo consta de una sola nave que alberga un magnífico retablo mayor. Su parte central está dedicada a albergar la imagen de la Virgen, una magnífica talla gótica. Hecha en madera, destaca la cara de la Virgen y la proporcionada imagen del niño que aparece sentado en su regazo, así como la disposición de su mano derecha para bendecir y la bola del mundo que sostiene en la izquierda.
El entorno de la Ermita es también un referente turístico. Se trata de un entorno natural que ofrece una magnífica panorámica del Cantábrico y cuenta con una preciosa playa.
Los acantilados y las praderías son protagonistas también de este lugar que cuenta con amplias zonas de aparcamiento, merenderos y juegos infantiles.