Casi todo el mundo que ha estado en Santander conoce la plaza de Cañadío, lugar de encuentro por excelencia cuando se acerca la noche.
Bares, tabernas, bodegas, restaurantes, da igual la definición, pues lo que importa es que la manduca sea buena y abundante. Desde el tradicional cocido montañés hasta el sushi japonés, pasando por toda la variedad imaginable de sabores de mar y tierra, entre tanta expresión gastronómica lo difícil aquí no es acertar, sino elegir.
Encontrarás tu propia experiencia curioseando las calles del ensanche, Hernán Cortés, Peña Herbosa, Daoiz y Velarde, Santa Lucía, Bonifaz… alternando las barras de tapear más o menos informales con restaurantes de mesa y mantel.