Es costumbre en las ciudades nombrar a sus calles por el lugar adonde conducen: un homenaje a ciudades amigas y a quienes de ellas llegan. Y como Santander es una península, rodeada de agua por todas partes menos por una, y es esta última la que conduce a todas partes, ha colocado aquí su calle Burgos y su Alameda de Oviedo.
Como es natural, tanto la calle Burgos, como la Alameda de Oviedo, que es el boulevard que discurre entre la calle San Fernando y la calle Vargas, tienen una gran tradición de mesones y posadas, versadas en acoger con buena mesa y mejor bodega.
Esta zona de Santander ha sido recientemente modernizada y peatonalizada, lo que ha dado lugar a una nueva oferta gastronómica más cosmopolita, que convive con establecimientos tradicionales, de culto a la cocina típica santanderina.